MADRID- Prepárense, llega el mundo del revés, la vida boca abajo, el otro lado del espejo. Se llaman The Circa Ensemble y regresan a Madrid para enseñarnos que en las antípodas –casi, en Australia– también se hace circo y se hace bien. Como tantas de las propuestas que el teatro Circo Price viene mostrando en los últimos años, Circa se aleja de las grandes carpas y los trailers cargados de toneladas de material, de los vestuarios de fantasía y la espectacularidad arropada por grandes presupuestos, para demostrar que un puñado de artistas puede transmitir, con un escenario casi desnudo pero mucho talento, esa emoción secreta que es uno de los ingredientes con los que el circo nos captura. Ellos son capaces de hacerlo con muy poco a la vista durante 80 minutos de circo esencial, casi desnudo. 
Creada en Brisbane, Circa es una compañía joven pero con ambiciones que, bajo la dirección artística de Yaron Lifschitz, no le teme a la investigación y apuesta, con sólo siete intérpretes en el escenario, por innovar en sus números. Desde 2006, los australianos llevan viajando por todo el mundo (dieciocho países hasta el momento) y en Madrid estuvieron ya en 2011, dentro del Festival de Otoño en Primavera, dejando buen sabor entre los aficionados. Regresan ahora con su, llamémoslo así, circo contemporáneo. En escena mezclan los números acrobáticos en los que sus cuerpos son la herramienta clave,  con un cuidado manejo de luz y sonido en escenas que se acercan al lenguaje y la presentación de la danza contemporánea. 
Aunque la danza poco tiene que ver en sus movimientos, coreográficos, pero pensados para propósitos circenses. Hay contorsionismos imposibles, malabares y formaciones humanas que parecen retar a la imaginación en un espectáculo que no le da la espalda al humor y a la sensualidad.

PARA NO PERDERSE